23 de mayo de 2016 |

¿Qué colchón comprar para evitar el dolor de espalda?

Además del colchón, deberemos poner especial atención a la estructura de la cama

No hay nada más desagradable que empezar la mañana cansado y sin ganas de hacer nada. Sobre todo, cuando no hay razones para estarlo: has dormido las 8 horas de rigor, no has hecho ningún sobresfuerzo y la calidad de tu sueño es envidiable. Descartado cualquier problema de salud como pueden ser la anemia o la fatiga, todo parece apuntar a una única dirección: el colchón en el que duermes no es el indicado. Y es que, aunque muchas personas les parezca que la cama es un objeto de decoración más, lo cierto es que no lo es. Dormir en un buen colchón es básico para afrontar el día con fuerza y energía y, claro está, para prevenir o, en su defecto, paliar lesiones de espalda y cuello.  Y cuando hablamos de colchón lo hacemos también de la estructura sobre la que éste se asienta. No tiene sentido invertir en un colchón de calidad, si el somier y la cama no lo son.

Una vez aclarada la importancia de estos tres elementos para nuestro bienestar diario, vienen las respuestas. Esto es lo que debemos tener en cuenta a la hora de elegir la estructura donde dormiremos.

  • Firmeza del colchón. Debe ser lo suficientemente rígido como para sostener el peso de nuestro cuerpo, pero no tanto como para resultar incómodo dormir en él. Para descansar, debemos estar relajados y, para hacerlo, el colchón debe adaptarse a la curvatura de nuestra espalda. Los que son excesivamente rígidos, al igual que los que son blandos, no respetan la postura natural de nuestra columna y provocan que nos levantemos con dolor de espalda y contracturas.
  • Material del colchón. El material con que está fabricado el colchón es determinante a la hora de decantarnos por un modelo u otro.
    • Colchón de espuma. De todos los colchones que hay en el mercado, éste es uno de los menos recomendables ya que, con el tiempo, acaban perdiendo su forma y hundiéndose por el medio.
    • Colchón de muelles.  Pueden ser de muelles independientes (formados por múltiples muelles que se enlazan por hilos metálicos) o muelles embolsados (formados por muelles independientes recubiertos por tela). Si su calidad es buena, ofrecen la firmeza, amortiguación y el confort suficiente para descansar. El inconveniente es que, con los años, se hunden en el centro y deben ser cambiados.
    • Colchón de látex. Además de firmeza y comodidad, estos colchones ofrecen un plus: son antiácaros. Una característica que lo hace perfecto para las personas con alergias.
    • Colchón viscolátex. Se diferencia del de látex, en que éste se adapta mejor a la curvatura de nuestra espalda.
    • Colchón viscoelástico. Un poco más duro que el colchón de látex, pero no por ello de menor calidad. Se adapta a la posición natural de nuestra espalda.
    • Colchón de agua. A pesar de que el agua se adapta perfectamente a la curvatura de la espalda, este colchón no es de los más cómodos, sobre todo, para aquellos que se mueven mucho por la noche. A este inconveniente hay que añadir otro: es muy pesado y precisa de muchos cuidados para mantenerlo en buen estado.
    • Colchón japonés. También conocido con el nombre de “futón”, este colchón se caracteriza por su poca espesura y su dureza. Es perfecto para aquellos que les gusta dormir sobre una estructura rígida pero con el inconveniente de que, con el tiempo, pierde su firmeza.
    • Colchón ortopédico. Dentro de la amplia gama de colchones ortopédicos, destacamos dos: los anti escaras y los clínicos. Los primeros están pensados para aquellas personas con movilidad reducida o nula y que, por esta misma causa, deben pasar muchas horas tumbadas. Evitan que se produzcan escaras en la piel y, por tanto, las complicaciones que de ella surgen. Los segundos, muy utilizados en hospitales y geriátricos, tienen la peculiaridad de ser poco pesados y poderse transportar fácilmente. Ambos se adaptan perfectamente a la forma de cada cuerpo y garantizan la comodidad de la persona.
  • Somier. Lo que deberemos tener en cuenta a la hora de elegir un somier es la cantidad de lamas que tiene, el tamaño de las mismas y el material con que estas están elaboradas. Cuantas más lamas tenga y más estrechas sean estas, mejor se adaptará el somier a nuestro cuerpo. De la misma forma, si están elaboradas en madera y no en materiales sintéticos, mucho mejor: serán más flexibles.

El colchón debe adaptarse a la curvatura natural de la espalda

  • Estructura de la cama. Como hemos dicho anteriormente, la estructura de la cama es igual de importante que el colchón a la hora de garantizar el descanso y evitar el dolor de espalda y cervicales. Y, aunque existe un sinfín de estructuras por las que decantarse, os hablaremos de dos.
    • Estructura rígida.  Aquí podríamos encontrar desde bases tapizadas hasta canapés abatibles. Se trata de estructuras recubiertas de tela y con una estructura metálica  en su interior que ofrecen mayor rigidez que los somieres. 
    • Estructura articulada. También conocida como cama articulada u ortopédica. Su principal particularidad, como indica su nombre, es que se puede articular. En función del número de planos en que esté dividido el somier, podremos regular tanto  la posición de la espalda  como la de las piernas y adaptar su altura para poder facilitar el ascenso y el descenso de la cama. En Teyder disponemos de camas articuladas para uso doméstico de cuatro planos y con motor incorporado para garantizar la comodidad de aquellos que deben dormir en ellas como de familiares.